Luis Fernando Gómez
De acuerdo a la evidencia
actual, la implementación de un impuesto al consumo a las bebidas azucaradas, es
una medida efectiva para prevenir la obesidad y la diabetes (1-13). Si los colombianos
queremos que esta acción política tenga un alto impacto en la salud
poblacional, la magnitud del impuesto debe ser superior al 20% (6). No se
trata, sin embargo, de una formula milagrosa. Es necesario integrar esta medida con otras acciones
políticas que han mostrado ser efectivas, como el control del márquetin y
publicidad de alimentos y bebidas no saludables, la modificación de los entornos
alimentarios, no solo en las escuelas, sino además en las universidades y
ámbitos laborales. Este tipo de intervenciones requiere además, reestructurar
los sistemas agrícolas y alimentarios, con el propósito de que la oferta de
alimentos se dé a expensas, de alimentos no procesados cultivados localmente
(14). Por último, es perentorio que estas acciones estén acompañadas de políticas
públicas dirigidas a promocionar la actividad física (15).
Para algunos sectores sociales
y de la industria de bebidas, la implementación de un impuesto es una injerencia
indebida del Estado, en asuntos que le competen exclusivamente al individuo (16).
La vertiente de liberalismo libertario propuesta por Robert Nozick, es
especialmente crítica a este tipo de intervenciones, que denomina peyorativamente
como paternalismo estatal. Para esta corriente de pensamiento, cada individuo
debe tener plena potestad para decidir cómo quiere vivir y no debe tener
ninguna coerción o limitación en sus patrones de consumo (17). Los libertarios
consideran que el Estado paternalista se arroga el derecho de decidir cómo deben
comportarse las personas y estigmatiza, bajo una mirada puritana, los goces de
la vida relacionados con el consumo de diversos productos (18).
Estos argumentos aparentemente
razonables, tienen varias falencias conceptuales. En primer lugar, detrás de
los actos aparentemente libres y espontáneos de cada ser humano, subyace un
marco de decisiones previas, leyes e instituciones; en otras palabras: un
contexto que orienta nuestros comportamientos y reflexiones mentales (19). La
obesidad es un problema social que no se explica por la simple sumatoria de
actos individuales, relacionados con patrones de alimentación y actividad
física. Las condiciones sociales, los entornos alimentarios escolares, el
contexto publicitario y el precio de las bebidas y alimentos, entre otros
aspectos, tienen una profunda influencia en la manera en que una persona se
alimenta. En otras palabras, las decisiones que toman las personas con respecto
a sus patrones de alimentación, están mediados por una compleja trama de
factores contextuales (20).
Por otra parte, existe una
contradicción de la industria al afirmar que el Estado no debe interferir en
las fuerzas que operan el mercado. Las bebidas azucaradas no tienen impuesto al
consumo en Colombia, lo cual les permite tener una posición privilegiada con
respecto a otros productos. Esta situación se debe posiblemente, al poder
económico y político que ejerce este sector en los diferentes estamentos gubernamentales.
En este sentido, el Estado se ha comportado de una manera paternalista con la
industria y, por el contrario, escucha muy poco a la ciudadanía. Un ejemplo
vergonzoso de este paternalismo estatal de tipo corporativo, fue la decisión que
tomó la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) el pasado 7 de
septiembre, dirigida a retirar la difusión de un anuncio radial y televisivo,
que mostraba de manera certera los riesgos del consumo de las bebidas
azucaradas (https://www.youtube.com/watch?v=7pCuFs1nAGM&feature=youtu.be). Aun
para un libertario, esta acción de la SIC atentaría contra el derecho a
la libre expresión.
Por último, amplios sectores
de la sociedad civil colombiana, agrupados en la Alianza por la Salud
Alimentaria y Educar Consumidores, han impulsado y respaldado la implementación
del impuesto. Una encuesta llevada a cabo recientemente por Educar
Consumidores y Infométrica, encontró que 7 de cada 10 colombianos respaldan la
implementación de esta medida económica (21). Bajo estas circunstancias, el
impuesto no es una simple medida prescriptiva del Estado y ha permitido generar
deliberaciones, acerca de las maneras como los colombianos nos alimentamos y de
cómo estos patrones de consumo, se explican por diversos factores del contexto.
En este sentido, las discusiones que se han dado alrededor de este impuesto
saludable, permiten preparar el terreno para otras acciones políticas en el
área.
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