Luis Fernando Gómez Gutérrez
“….el
cientificismo no permite entender que existen asuntos humanos que son mejor abordados a través de la ética. Las percepciones de una
comunidad acerca de los efectos para la salud que tendría una determinada
exposición serían desestimadas con el argumento de que no se ha comprobado
“científicamente” su existencia. En este sentido, el cientificismo extremo de
algunas corrientes de la medicina basada en la evidencia puede afectar el
ejercicio clínico, y lo mismo se podría afirmar con respecto a la salud
pública.
Si
bien en el ejercicio de algunas áreas de la ciencia es necesario eliminar
categorías del conocimiento o de la realidad para poder abordar una pregunta
concreta de investigación, el reduccionismo filosófico es insostenible y puede
tener un efecto muy negativo en la salud pública (Loughlin, Lewith y Falkenberg,
2013). Es importante aclarar que el cientificismo no es una consecuencia per se
del ejercicio científico. No se trata de desestimar el gran valor que tiene la
evidencia científica (cualitativa o cuantitativa) en el quehacer de la salud
pública. El asunto es que los enfoques de transferencia del conocimiento no le
dan la relevancia que se merece al ejercicio de la política soportada en
consensos ciudadanos. …”.
(Página 55 del libro Democracia deliberativa y
salud pública. Disponible en el siguiente vínculo: https://www.researchgate.net/publication/329286014_Democracia_deliberativa_y_salud_publica)
La Editorial Javeriana ha autorizado la
divulgación del libro a través de la plataforma ReasearchGate