lunes, 22 de julio de 2019

El objetivo primario debe ser la promoción de alimentos reales y frescos, no la reformulación


Luis Fernando Gómez

En una reciente entrevista, el presidente ejecutivo de Nestlé en Chile, Leo Leiman, afirmó lo siguiente con respecto al etiquetado nutricional de advertencias implementado en 2016[*]: “La ley es algo interesante, innovador y ha sido exportado. No es algo malo”. El señor Leiman mencionó, además, que Nestlé tiene la intención de producir “hamburguesas vegetarianas” con quinua y otro tipo de productos “saludables”, reduciendo los contenidos de nutrientes críticos como la sal y los azúcares adicionados (1). El hecho de que un alto ejecutivo de una de las mayores corporaciones transnacionales de productos ultra-procesados en el mundo, se transforme en un aparente aliado de la salud pública genera muchas suspicacias acerca de sus verdaderas intenciones.  

Nestle u otras transnacionales pueden disminuir, por ejemplo, el contenido de azúcares adicionados en sus “cereales” para evitar la presencia de octágonos de advertencia, pero esto no significa que sus productos se tornen saludables. Más allá de los altos contenidos de azúcares, grasas saturadas y altas densidades calóricas, el consumo habitual de comestibles ultra – procesados tiene un efecto potencial en la ingesta calórica y ganancia de peso. Estos son los hallazgos principales de un estudio experimental, pionero en el área de la nutrición, el cual encontró que las personas que consumieron un patrón de dieta ultra - procesada durante dos semanas, tuvieron en promedio un exceso diario en la ingesta de 500 kilocalorías y una ganancia de 0,9 kilos en el tiempo de exposición, con respecto a las personas que consumieron un patrón de dieta basada en alimentos no procesados o mínimamente procesados (2). Además de este estudio, dos investigaciones recientes reportaron una relación entre un alto consumo de comestibles ultra-procesados y un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular y muerte prematura (3,4). En otras palabras, la evidencia indica lo que ya sabíamos desde hace varias décadas en América Latina: la promoción de una alimentación saludable está basada en la producción y consumo de alimentos frescos y diversos.

No hay duda de que las medidas implementadas en Chile para reducir el consumo de los productos ultra-procesados más nocivos para la salud, son quizá una de las políticas en el área de la alimentación más destacadas en el mundo. Uno de los aspectos más novedosos y mejor concebidos en la legislación chilena, es la articulación entre sus cuatro componentes básicos: a) advertencias presentes en la parte frontal de los paquetes de comestibles, b) restricciones de publicidad dirigidas a la población infantil, c) regulaciones en los entornos alimentarios escolares y d) educación nutricional (5,6). Por ejemplo, si un producto tiene un octágono de advertencia, este no puede ser publicitado en la población infantil u ofertado en escuelas y colegios.

Me atrevo a identificar dos escenarios posibles a largo plazo con respecto a estas acciones políticas. En el primero, se daría una disminución del consumo de comestibles ultra-procesados y un incremento significativo de alimentos no procesados, como leguminosas, verduras y frutas. Es altamente probable, dada la evidencia científica actual, que este cambio de patrón de dieta generaría importantes beneficios en la salud poblacional (7). Este escenario requiere acciones políticas adicionales para incrementar la producción, oferta y promoción de alimentos no procesados en las poblaciones con la mayor vulnerabilidad social[†].

El segundo escenario estaría dado por el incremento de comestibles ultra-procesados reformulados, los cuales evitarían las regulaciones contempladas en la legislación chilena. Así, el consumo de "cereales" con exceso de azúcares adicionados sería reemplazado por otros productos de su mismo tipo con edulcorantes no calóricos. El contenido de aditivos, cuyos efectos potenciales en salud generan preocupación, no sería modificado. Para evitar la disminución de sus ventas, la industria recurriría a agresivas estrategias publicitarias en niños y adultos. Un estudio que evaluó el nivel de reformulación desde febrero de 2015 a febrero de 2016 (6 meses antes de la puesta en marcha de la legislación chilena), encontró una disminución de menos del 5% en los promedios de los nutrientes críticos (8); sin embargo, es importante aclarar que este y otros indicadores de porcentajes de exceso de nutrientes críticos de productos ofertados en el mercado no se corresponden, necesariamente, con el consumo. Es decir, el porcentaje de reformulación pudo haber sido bajo en el primer año, pero los pocos productos que evitaron las regulaciones, habrían tenido mayores volúmenes de venta y consumo en la población general. En este sentido, un reporte generado a partir de los datos de la industria de bebidas chilena, mostró una tendencia creciente en las ventas de bebidas “saludables” en el periodo comprendido entre 2011 y 2016 (9).

Un estudio cuasiexperimental publicado recientemente acerca del impacto que ha tenido la legislación chilena en los entornos alimentarios escolares, brinda algunas pistas adicionales acerca de los desafíos de la implementación de este tipo de intervenciones. La evaluación contempló mediciones antes y después en los quioscos o tiendas de 21 escuelas públicas de la ciudad de Santiago. La primera medición fue en diciembre de 2014 y la segunda en el mismo mes de 2016, seis meses después del inicio de la implementación de las regulaciones contempladas en la legislación. El estudio encontró que la disponibilidad de comestibles que tenían niveles excesivos de azúcares totales, grasas saturadas, sodio y densidad calórica, disminuyó de un 90,4% a 15% en el periodo de estudio[‡]. La mayor reducción en la oferta fue en los productos de panadería (38,5% a 4,7%). Llama la atención, sin embargo, que la oferta de bebidas – presumiblemente con edulcorantes no-calóricos- se incrementó significativamente (24,3% a 41,1%). La oferta de frutas y verduras pasó de un 0,8 a 3,5% (6). Los resultados de esta evaluación indican que las acciones políticas implementadas en Chile están teniendo un profundo impacto en la modificación de la oferta de comestibles ultra-procesados. En los próximos meses y años se contará con evidencia adicional, que permita conocer el efecto de la legislación chilena en la oferta y patrones de consumo de alimentos no procesados.

Si bien la reformulación no debe ser el objetivo principal de una agenda dirigida a promocionar una alimentación saludable, es importante destacar la necesidad de disminuir los contenidos de sal en los productos procesados y ultra-procesados. De acuerdo al Estudio de Carga Global de Enfermedad, el consumo excesivo de sal es uno de los principales factores de riesgo vinculados con carga de enfermedad en el mundo (10). Se estima que es posible reducir el consumo hasta en un 40% en productos de panadería y en un 70% en carnes procesadas, sin alterar de una manera significativa la aceptación de estos productos (11). Adicionalmente, la eliminación de las grasas trans industrializadas es una prioridad global, la cual tendría un efecto significativo en la reducción de la mortalidad cardiovascular (12).

¿Qué debemos plantear en Colombia a partir de la experiencia chilena? La implementación de un etiquetado de advertencias articulado con otras acciones políticas, como la restricción de la publicidad de comestibles ultra-procesados, la regulación de entornos alimentarios e impuestos saludables, debe ser una prioridad de salud pública en todos los países de la región. Sin embargo, estas iniciativas deben ser complementadas con acciones que incrementen la producción y oferta de alimentos no procesados. Debemos emprender, además, amplias deliberaciones sociales soportadas en estrategias de marketing social, dirigidas a tener un mayor respaldo ciudadano de asociaciones de madres y padres de familia, docentes, sectores campesinos y pequeños expendedores de frutas y verduras.

Referencias

1. González A. Presidente ejecutivo de Nestlé Chile y el etiquetado “La ley algo interesante, innovador y ha sido exportado. No es algo malo”. 2019. Disponible en: http://www.economiaynegocios.cl/noticias/noticias.asp?id=563708
2. Hall KD, Ayuketah A, Brychta R, Cai H, Cassimatis T, Chen KY, Chung ST, Costa E, Courville A, Darcey V, Fletcher LA et al. Ultra-Processed Diets Cause Excess Calorie Intake and Weight Gain: An Inpatient Randomized Controlled Trial of Ad Libitum Food Intake. Cell Metabolism. 2019; 30, 1–11.
3. Nardocci MLeclerc BSLouzada MLMonteiro CABatal MMoubarac JC. Consumption of ultra-processed foods and obesity in Canada. Can J Public Health. 2019;110(1):4-14.
4. Mendonça RDLopes ACPimenta AMGea AMartinez-Gonzalez MABes-Rastrollo M. Ultra-Processed Food Consumption and the Incidence of Hypertension in a Mediterranean Cohort: The Seguimiento Universidad de Navarra Project. Am J Hypertens. 2017;30(4):358-366.
5. Corvalán C, Reyes M, Garmendia ML, Uauy R. Structural responses to the obesity and non-communicable diseases epidemic: Update on the Chilean law of food labelling ad advertising. Obesity Reviews 2018;1-8.
6. Massri C, Sutherland S, Kallestal C, Peña S. Impact of the food-labeling and advertising law banning competitive food and beverages in Chilean Public School, 2014-2016. Am J Public Health. Published online ahead of print.
7. Aune D, Giovannucci E, Boffetta P, Fadnes LT,  Keum N, Norat T, Greenwood DC, Riboli E, Vatten LJ, Tonstad. Fruit and vegetable intake and the risk of cardiovascular disease, total cancer and all cause mortality. A systematic review and dose-response meta-analysis of prospective studies. International Journal of Epidemiology. 2017;1-28.
8. Kanter R, Reyes M, Vandevijvere S, Swinburn B, Corvalán C. Anticipatory effects of the implementation of the Chilean law of food labeling and advertising on food and beverage producto reformulation. Obesity Reviews 2018;1-12.
9. González S. Chilean demand for healthy food products continous grow. USDA Foreign Agriculture Sector. 2018. Disponible en: https://gain.fas.usda.gov/Recent%20GAIN%20Publications/Chilean%20Demand%20for%20Healthy%20Food%20Products%20Continues%20to%20%20Grow_Santiago_Chile_2-26-2018.pdf
10. GBD 2017 Diet Collaborators. Health effects of dietary risks in 195 countries, 1990-2017: a systematic analysis for the Global Burden of Disease Study 2017. Lancet. 2019;393:1958–72.   
11. Jaenke R, Barzi F, McMahon E, Webster J, Brimblecombe J. Consumer acceptance of reformulated food products: A systematic review and meta-analysis of salt-reduced foods. Crit Rev Food & Sci Nu tr. 2017;57(16):3357–3372.
12. Vandevijvere S, Vanderlee L. Effect of formulation, labelling, and taxation policies on the nutritional quality of the food supply. Current Nutrition Reports. 2019

Nota: Esta nota ha sido concebida a partir de las lecturas que incluyo en las referencias y de los múltiples debates con académicos y personas pertenecientes a las organizaciones de la sociedad civil. Deseo reconocer, especialmente, a Mercedes Mora y Rubén Orjuela.



[*] El sistema de etiquetado nutricional chileno utiliza octágonos negros para advertirle a las personas la existencia de niveles elevados de grasa saturada, sodio, azúcares totales y densidad de energía.
[†] Los procesos de transición nutricional documentados en América Latina en las últimas tres décadas, han mostrado que en el transcurso del tiempo, las prevalencias de sobrepeso y obesidad se incrementan significativamente en las personas de estrato socio-económico bajo y disminuyen en los sectores sociales más privilegiados.   
[‡] Este resultado fue calculado a partir de la aplicación de los puntos de corte contemplados en la primera fase de la ley chilena.