martes, 28 de mayo de 2019

El estudio liderado por Kevin Hall indica que los comestibles ultra-procesados son más nocivos de lo que previamente se creía. Implicaciones para la salud pública en el contexto de #LeyEiquetadoYa


Luis Fernando Gómez Gutiérrez. MD MPH.

La clasificación  NOVA propone el término ultra-procesados para referirse a los comestibles que se producen a partir de “…formulaciones industriales fabricadas íntegra o mayormente con sustancias extraídas de alimentos (aceites, grasas, azúcar, almidón, proteínas), derivadas de constituyentes de alimentos (grasas hidrogenadas, almidón modificado) o sintetizadas en laboratorios a partir de materias orgánicas como petróleo y carbón (colorantes, aromatizantes, resaltadores de sabor y diversos tipos de aditivos usados para dotar a los productos de propiedades sensoriales atractivas)” (1). Las comidas rápidas, los paquetes, las bebidas azucaradas y los mal llamados “cereales” de desayuno, son los ejemplos más representativos de este tipo de productos. A pesar de las críticas formuladas por la industria y algunos académicos, el término “ultra-procesados” es cada vez más utilizado en la literatura científica.  Por ejemplo, el motor de búsqueda académico Pub Med reporta 149 resúmenes de artículos publicados desde 2010 con los términos “ultra-processed foods” o “ultra-processed diet” y la tendencia es creciente.

Un estudio reciente publicado en la revista Cell Metabolism liderado por Kevin Hall, indica que los comestibles ultra-procesados son más nocivos de lo que previamente se creía. Diez mujeres y 10 hombres adultos participaron en este estudio experimental, para evaluar los efectos de los patrones de dieta ultra-procesada versus no procesada en dos desenlaces básicos: ingesta de energía y peso corporal. En las dos primeras semanas los participantes fueron asignados aleatoriamente a alguna de las dos dietas y, posteriormente, eran expuestos durante el mismo tiempo al patrón de dieta contrario, siendo cada uno de ellos su propio control (2). Este tipo de estudio experimental se denomina cruzado (“crossover”) y permite un diseño eficiente en términos de tamaño de muestra (3).

Uno de los aspectos más novedosos de este estudio fue la cuidadosa calibración que tenían las tres comidas y refrigerios de las dos exposiciones (dieta ultra-procesada versus no procesada) con respecto a la cantidad de calorías, porcentajes de macronutrientes, azúcares, sodio y fibra. El consumo de los alimentos y comestibles de cada dieta era de acuerdo con la libre opción de cada persona y, adicionalmente, la oferta de tentempiés (“snacks”) era permanente. Por último, la ingesta calórica, el gasto de energía, el peso corporal y 39 indicadores metabólicos fueron estrictamente monitoreados en los participantes durante cuatro semanas (2).

Los resultados de este estudio muestran que cuando las personas estuvieron expuestas al patrón de dieta ultra- procesada consumían, en promedio, 500 kilocalorías más al día y ganaron 0,9 kilos de peso y 0,4 kilos de masa adiposa, durante las dos semanas. Por el contrario, durante la exposición a la dieta no procesada, los participantes perdieron en promedio 0,9 kilos (2). Este último hallazgo acerca de los beneficios del consumo de alimentos no procesados, es planteado por la Doctora Ana Paula Bortoletto en los siguientes términos en uno de sus trinos: los participantes “…no contaron calorías, no restringieron carbohidratos, no asumieron una dieta vegana, paleo o libre de azúcares y, sin embargo, perdieron 2 libras en 2 semanas”.

Es adecuado mencionar que no se encontraron diferencias estadísticamente significativas con respecto al consumo de azúcares totales y fibra entre los dos patrones de dieta. Igualmente, el gasto de energía por actividad física fue similar durante ambas exposiciones. Finalmente, los participantes no reportaron diferencias en las percepciones que indagaban acerca de qué tan gustosas eran las comidas (2).

Los autores de este estudio, plantean que las propiedades sensoriales de los comestibles ultra- procesados, determinadas por el contenido de aditivos que resaltan los sabores, podrían explicar el mayor consumo calórico que se observa en este tipo de productos (2).    

Investigaciones previas con diseños observacionales - es decir, no experimentales - ya habían reportado los vínculos entre el consumo de comestibles ultra-procesados y un mayor riesgo de obesidad y de enfermedades crónicas no transmisibles (4-6), sin embargo, el diseño experimental del estudio de Hall y colaboradores permitió superar las limitaciones de este tipo de diseños epidemiológicos. En otras palabras, el estudio permite establecer, junto a otros criterios, un vínculo causal entre este tipo de productos y efectos adversos en salud, en este caso el incremento de la masa adiposa.

Las implicaciones que tiene este estudio son muy relevantes para la salud pública. En un estudio recientemente publicado en la revista Nutrients y liderado por la profesora Mercedes Mora-Plazas, encontramos que el 80,2% de los productos con rotulado nutricional y que eran ofertados en las principales cadenas de supermercados de Bogotá, deberían ser regulados por tener exceso de nutrientes críticos como azúcares libres, sodio y grasas saturadas (7).

Actualmente se discute en el congreso colombiano la conveniencia de implementar un etiquetado de advertencias a los comestibles ultra-procesados, iniciativa en la cual Chile es pionero y que debe ser articulada con otras acciones como la restricción de la publicidad de los comestibles no saludables dirigida a la población infantil, promoción de entornos alimentarios saludables (8) y transformación de los sistemas agrícolas y alimentarios.

Referencias bibliográficas    
1) Brasil. Ministerio de Salud de Brasil. Secretaría de Atención a la Salud. Departamento de Atención Primaria. Guía alimentaria para la población brasileña / Ministerio de Salud de Brasil, Secretaría de Atención a la Salud, Departamento de Atención Primaria; traducido por Carlos Augusto Monteiro con Organización Pan-Americana de la Salud. – Brasília: Ministerio de Salud de Brasil, 2015.
2) Hall KD, Ayuketah A, Brychta R, Cai H, Cassimatis T, Chen KY, Chung ST, Costa E, Courville A, Darcey V, Fletcher LA et al. Ultra-Processed Diets Cause Excess Calorie Intake and Weight Gain: An Inpatient Randomized Controlled Trial of Ad Libitum Food Intake. Cell Metabolism. 2019; 30, 1–11.
3) Porta M. A dictionary of epidemiology. A handbook sponsor by the IEA. 6th ed. Oxford University Press. New York 2016.
4) Nardocci MLeclerc BSLouzada MLMonteiro CABatal MMoubarac JC. Consumption of ultra-processed foods and obesity in Canada. Can J Public Health. 2019;110(1):4-14.
5) Mendonça RDLopes ACPimenta AMGea AMartinez-Gonzalez MABes-Rastrollo M. Ultra-Processed Food Consumption and the Incidence of Hypertension in a Mediterranean Cohort: The Seguimiento Universidad de Navarra Project. Am J Hypertens. 2017;30(4):358-366.
6) Fiolet TSrour BSellem LKesse-Guyot EAllès BMéjean CDeschasaux MFassier PLatino-Martel PBeslay MHercberg SLavalette CMonteiro CAJulia CTouvier M. Consumption of ultra-processed foods and cancer risk: results from NutriNet-Santé prospective cohort. BMJ. 2018;360:k322.
7) Mora-Plazas M, Gómez LF, Miles DR, Parra DC, Taillie LS. Nutrition Quality of Packaged Foods in Bogotá, Colombia: A Comparison of Two Nutrient Profile Models. Nutrients 2019, 11, 1011.
8) Corvalán C, Reyes M, Garmendia ML, Uauy R. Structural responses to the obesity and non‐communicable diseases epidemic: Update on the Chilean law of food labelling and advertising. Obesity Reviews. 2018;1–8.