La revista Lancet
publicó el paso 16 de enero el artículo titulado: “Alimentación
en el antropoceno: la comisión EAT Lancet acerca de dietas saludables a partir
de sistemas alimentarios sostenibles”, trabajo que fue llevado a cabo por un grupo de reconocidos
académicos internacionales, liderado por el Profesor Walter Willet de la
Universidad de Harvard y financiado por EAT y Wellcome Trust. El objetivo del
reporte fue mostrar la necesidad de promocionar, en forma simultánea, patrones
de alimentación saludables y sistemas alimentarios ambientalmente sostenibles
(1).
Los autores destacan
en la introducción del reporte que tanto los patrones de alimentación, como los
sistemas agrícolas y alimentarios han tenido grandes transformaciones en los
últimos 50 años. La disminución de las hambrunas ha permitido reducir las tasas
de mortalidad infantil y aumentar la esperanza de vida. Sin embargo, estos
avances innegables se han visto contrarrestados por el incremento del consumo
de alimentos – o mejor, productos comestibles - altamente procesados, situación
que ha propiciado el aumento de la discapacidad y mortalidad prematura
atribuibles a enfermedades crónicas no transmisibles. Adicionalmente, se ha
generado un deterioro progresivo de los ecosistemas naturales debido, en parte,
al manejo inadecuado de las tierras de cultivo y pastura para ganado, factores
que han contribuido al incremento de gases de efecto invernadero y al uso
desmedido de los recursos hídricos (1).
Para enfrentar esta
situación, los autores proponen un
patrón de dieta soportada en los siguientes atributos: a) consumo
de proteínas procedentes principalmente de leguminosas y pescado, con un
consumo modesto de carnes de aves y huevos, y un bajo consumo de carnes rojas,
especialmente procesadas; b) consumo de grasas insaturadas provenientes de las
plantas, bajo consumo de grasas saturadas y eliminación de grasas trans de
origen industrial; c) carbohidratos
provenientes principalmente de cereales integrales y un consumo muy bajo de azúcares
y carbohidratos refinados; d) consumo habitual de verduras y frutas y e)
consumo moderado de lácteos. Este patrón general de dieta permite, de acuerdo
con los autores, combinar de una manera flexible una amplia variedad de
alimentos, respetar tradiciones culturales y garantizar sostenibilidad
ambiental. El reporte propone rangos de ingesta calórica diaria per-cápita en
los diferentes grupos de alimentos, lo cual permitiría garantizar una
alimentación saludable y sistemas alimentarios ambientalmente sostenibles, para
una población de 10 mil millones de personas que se proyectan para el año 2050
(1).
Desde mi perspectiva, el reporte científico de
la comisión EAT-Lancet brinda una síntesis de evidencia muy relevante, que
contribuye a impulsar deliberaciones locales y globales acerca de un tema
crucial para el planeta y la especie humana. Estas deliberaciones podrían
derivar en consensos para impulsar políticas públicas y tratados
internacionales similares al Convenio Marco para el Control del Tabaco. Este es,
sin duda, un asunto espinoso que genera muchos debates, entre ellos, la
posibilidad de implementar impuestos a comestibles y alimentos que generan en
su producción y distribución, altas emisiones de gases de efecto invernadero y
usos no sostenibles de recursos hídricos (2).
Dos limitaciones básicas se pueden identificar
en el reporte publicado en Lancet. En primer lugar, las estimaciones acerca del
impacto ambiental solo tienen en cuenta la producción agrícola y el consumo.
Los autores reconocen esta limitación y aclaran que los sistemas agrícolas y
alimentarios, incluyen otros aspectos como el procesamiento y distribución de
alimentos y comestibles (1). Por ejemplo, en la producción de una importante
proporción de comestibles ultra-procesados (comidas empaquetadas, snacks, bebidas,
entre otros) se utiliza gran cantidad de plásticos, los cuales tienen un efecto
negativo en los ecosistemas marinos (3) y generan, además, gases de efecto
invernadero como metano y etileno (4). Adicionalmente, existe evidencia epidemiológica
que sugiere la existencia de vínculos entre plastificantes como el bisfenol A
(BPA) y efectos adversos en salud, de tipo endócrino, reproductivo y metabólico
(5-7).
Una segunda
limitación, es la ambigüedad de los autores con respecto al consumo de carnes,
asunto que abordé en una nota de blog y en la cual concluyo lo siguiente: “Soy omnívoro, pero estoy convencido acerca de la
necesidad de reducir el consumo de carne de rumiantes debido, principalmente, a
su impacto en el cambio climático global. Considero que, si bien el artículo incluye
una síntesis muy valiosa de evidencia científica en el área de nutrición y
ambiente, presenta contradicciones e inconsistencias importantes con respecto
al consumo de carnes rojas. Parece que los autores no tuvieron una postura
unificada acerca de este punto.” [§].
Hasta aquí van mis
reflexiones preliminares acerca del reporte científico y planteo, a
continuación, mi mayor preocupación con respecto a esta iniciativa. Como lo
mencioné en la introducción, uno de los financiadores de este reporte fue EAT,
organización sin ánimo de lucro, cuya misión principal es transformar los
sistemas alimentarios[**]. En uno de los vínculos de la página oficial
de EAT se describe la iniciativa FReSH (“Food
Reform for Sustainability and Health” https://eatforum.org/initiatives/fresh/)
la cual tiene como objetivo transformar los sistemas alimentarios y crear
soluciones de negocios para la industria de alimentos. Kellogg´s, Nestle,
Unilever y Pepsico, son algunas de las transnacionales de productos comestibles
ultra-procesados que apoyan esta iniciativa. El lobo quiere cuidar las ovejas.
¡Aquí hay gato encerrado!
Aclaración: Un buen número de académicos e instituciones comprometidos con la
promoción de una alimentación saludable apoyan esta iniciativa y, quizá, no
conocen las ambigüedades de la ONG EAT.
Referencias
1. Willett W, Rockstrom J, Loken B, Springmann
M, Lang T, Vermeulen S, Garnett T, Tilman D, DeClerck F, Wood A, Jonell M,
Clark M, Gordon LJ, Fanzo J, Hawkes C, Zurayk R, Rivera JA, De Vries W, Sibanda
LM, Afshin A, Chaudhary A, Herrero M, Agustina R, Branca F, Lartey A, Fan S,
Crona, Fox B, Bignet V, Troell M, Lindahl T, Singh S, Cornell SE, Reddy KS,
Narain S, Nishtar S, Murray CJ. Food in the Anthropocene: the EAT–Lancet Commission on healthy diets
from sustainable food systems. Lancet. 2019;S0140-6736(18)31788-4.
2. Lykkeskov A, Gjerris M. The moral justification
behind a climate tax on beef in Denmark. Food Ethics. 2017;1(2):181-191.
3. Li WC,
Tse HF, Fok L. Plastic waste in the marine environment: A review of sources,
occurrence and effects. Sci Total Environ. 2016;566-567:333-49.
4. Royer
SJ, Ferrón S, Wilson ST, Karl DM. Production of methane and ethyle from plastic
in the environment. PLos One. 2018;13(8):e0200574.
5. Van
Winkle, L. S., Murphy, S. R., Boetticher, M. V., & VandeVoort, C. A. Fetal
exposure of rhesus macaques to bisphenol a alters cellular development of the
conducting airway by changing epithelial secretory product expression.
Environmental Health Perspectives. 2013;121(8): 912–918.
6. Weinhouse,
C., Anderson, O. S., Bergin, I. L., Vandenbergh, D. J., Gyekis, J. P., Dingman,
M. A., et al. Dose-dependent incidence of hepatic tumors in adult mice
following perinatal exposure to bisphenol A. Environmental Health Perspectives.
2014;122(5):485–491.
7.
Alonso-Magdalena, P., Quesada, I., & Nadal, Á. Prenatal exposure to BPA and
offspring outcomes: The diabesogenic behavior of BPA. Dose Response. 2015;13(2):1559325815590395.
[§] Las contradicciones del artículo “Alimentación en el
antropoceno” publicado en Lancet, con respecto al consumo de carnes rojas.
Disponible en: https://haygatoencerrado1964.blogspot.com/2019/02/las-contradicciones-del-articulo.html (Página consultada el 9 de
marzo de 2019)
[**] EAT. Disponible en: https://eatforum.org/about/who-we-are/ (Página consultada el 9 de marzo de 2019)