sábado, 9 de marzo de 2019

Las loables intenciones de los autores del reporte científico EAT-Lancet, contrastan con las ambigüedades de la ONG EAT

Luis Fernando Gómez Gutiérrez

La revista Lancet publicó el paso 16 de enero el artículo titulado: “Alimentación en el antropoceno: la comisión EAT Lancet acerca de dietas saludables a partir de sistemas alimentarios sostenibles”, trabajo que fue llevado a cabo por un grupo de reconocidos académicos internacionales, liderado por el Profesor Walter Willet de la Universidad de Harvard y financiado por EAT y Wellcome Trust. El objetivo del reporte fue mostrar la necesidad de promocionar, en forma simultánea, patrones de alimentación saludables y sistemas alimentarios ambientalmente sostenibles (1).

Los autores destacan en la introducción del reporte que tanto los patrones de alimentación, como los sistemas agrícolas y alimentarios han tenido grandes transformaciones en los últimos 50 años. La disminución de las hambrunas ha permitido reducir las tasas de mortalidad infantil y aumentar la esperanza de vida. Sin embargo, estos avances innegables se han visto contrarrestados por el incremento del consumo de alimentos – o mejor, productos comestibles - altamente procesados, situación que ha propiciado el aumento de la discapacidad y mortalidad prematura atribuibles a enfermedades crónicas no transmisibles. Adicionalmente, se ha generado un deterioro progresivo de los ecosistemas naturales debido, en parte, al manejo inadecuado de las tierras de cultivo y pastura para ganado, factores que han contribuido al incremento de gases de efecto invernadero y al uso desmedido de los recursos hídricos (1).       

Para enfrentar esta situación, los autores  proponen un patrón de dieta soportada en los siguientes atributos: a) consumo de proteínas procedentes principalmente de leguminosas y pescado, con un consumo modesto de carnes de aves y huevos, y un bajo consumo de carnes rojas, especialmente procesadas; b) consumo de grasas insaturadas provenientes de las plantas, bajo consumo de grasas saturadas y eliminación de grasas trans de origen industrial; c)  carbohidratos provenientes principalmente de cereales integrales y un consumo muy bajo de azúcares y carbohidratos refinados; d) consumo habitual de verduras y frutas y e) consumo moderado de lácteos. Este patrón general de dieta permite, de acuerdo con los autores, combinar de una manera flexible una amplia variedad de alimentos, respetar tradiciones culturales y garantizar sostenibilidad ambiental. El reporte propone rangos de ingesta calórica diaria per-cápita en los diferentes grupos de alimentos, lo cual permitiría garantizar una alimentación saludable y sistemas alimentarios ambientalmente sostenibles, para una población de 10 mil millones de personas que se proyectan para el año 2050 (1).

Desde mi perspectiva, el reporte científico de la comisión EAT-Lancet brinda una síntesis de evidencia muy relevante, que contribuye a impulsar deliberaciones locales y globales acerca de un tema crucial para el planeta y la especie humana. Estas deliberaciones podrían derivar en consensos para impulsar políticas públicas y tratados internacionales similares al Convenio Marco para el Control del Tabaco. Este es, sin duda, un asunto espinoso que genera muchos debates, entre ellos, la posibilidad de implementar impuestos a comestibles y alimentos que generan en su producción y distribución, altas emisiones de gases de efecto invernadero y usos no sostenibles de recursos hídricos (2).        

Dos limitaciones básicas se pueden identificar en el reporte publicado en Lancet. En primer lugar, las estimaciones acerca del impacto ambiental solo tienen en cuenta la producción agrícola y el consumo. Los autores reconocen esta limitación y aclaran que los sistemas agrícolas y alimentarios, incluyen otros aspectos como el procesamiento y distribución de alimentos y comestibles (1). Por ejemplo, en la producción de una importante proporción de comestibles ultra-procesados (comidas empaquetadas, snacks, bebidas, entre otros) se utiliza gran cantidad de plásticos, los cuales tienen un efecto negativo en los ecosistemas marinos (3) y generan, además, gases de efecto invernadero como metano y etileno (4). Adicionalmente, existe evidencia epidemiológica que sugiere la existencia de vínculos entre plastificantes como el bisfenol A (BPA) y efectos adversos en salud, de tipo endócrino, reproductivo y metabólico (5-7).

Una segunda limitación, es la ambigüedad de los autores con respecto al consumo de carnes, asunto que abordé en una nota de blog y en la cual concluyo lo siguiente: Soy omnívoro, pero estoy convencido acerca de la necesidad de reducir el consumo de carne de rumiantes debido, principalmente, a su impacto en el cambio climático global. Considero que, si bien el artículo incluye una síntesis muy valiosa de evidencia científica en el área de nutrición y ambiente, presenta contradicciones e inconsistencias importantes con respecto al consumo de carnes rojas. Parece que los autores no tuvieron una postura unificada acerca de este punto. [§].  

Hasta aquí van mis reflexiones preliminares acerca del reporte científico y planteo, a continuación, mi mayor preocupación con respecto a esta iniciativa. Como lo mencioné en la introducción, uno de los financiadores de este reporte fue EAT, organización sin ánimo de lucro, cuya misión principal es transformar los sistemas alimentarios[**].  En uno de los vínculos de la página oficial de EAT se describe la iniciativa FReSH (“Food Reform for Sustainability and Health” https://eatforum.org/initiatives/fresh/) la cual tiene como objetivo transformar los sistemas alimentarios y crear soluciones de negocios para la industria de alimentos. Kellogg´s, Nestle, Unilever y Pepsico, son algunas de las transnacionales de productos comestibles ultra-procesados que apoyan esta iniciativa. El lobo quiere cuidar las ovejas. ¡Aquí hay gato encerrado!       

Aclaración: Un buen número de académicos e instituciones comprometidos con la promoción de una alimentación saludable apoyan esta iniciativa y, quizá, no conocen las ambigüedades de la ONG EAT.

Referencias
1. Willett W, Rockstrom J, Loken B, Springmann M, Lang T, Vermeulen S, Garnett T, Tilman D, DeClerck F, Wood A, Jonell M, Clark M, Gordon LJ, Fanzo J, Hawkes C, Zurayk R, Rivera JA, De Vries W, Sibanda LM, Afshin A, Chaudhary A, Herrero M, Agustina R, Branca F, Lartey A, Fan S, Crona, Fox B, Bignet V, Troell M, Lindahl T, Singh S, Cornell SE, Reddy KS, Narain S, Nishtar S, Murray CJ. Food in the Anthropocene: the EAT–Lancet Commission on healthy diets from sustainable food systems. Lancet. 2019;S0140-6736(18)31788-4.
2. Lykkeskov A, Gjerris M. The moral justification behind a climate tax on beef in Denmark. Food Ethics. 2017;1(2):181-191.
3. Li WC, Tse HF, Fok L. Plastic waste in the marine environment: A review of sources, occurrence and effects. Sci Total Environ. 2016;566-567:333-49.
4. Royer SJ, Ferrón S, Wilson ST, Karl DM. Production of methane and ethyle from plastic in the environment. PLos One. 2018;13(8):e0200574.
5. Van Winkle, L. S., Murphy, S. R., Boetticher, M. V., & VandeVoort, C. A. Fetal exposure of rhesus macaques to bisphenol a alters cellular development of the conducting airway by changing epithelial secretory product expression. Environmental Health Perspectives. 2013;121(8): 912–918.
6. Weinhouse, C., Anderson, O. S., Bergin, I. L., Vandenbergh, D. J., Gyekis, J. P., Dingman, M. A., et al. Dose-dependent incidence of hepatic tumors in adult mice following perinatal exposure to bisphenol A. Environmental Health Perspectives. 2014;122(5):485–491.
7. Alonso-Magdalena, P., Quesada, I., & Nadal, Á. Prenatal exposure to BPA and offspring outcomes: The diabesogenic behavior of BPA. Dose Response. 2015;13(2):1559325815590395.



[§] Las contradicciones del artículo “Alimentación en el antropoceno” publicado en Lancet, con respecto al consumo de carnes rojas. Disponible en: https://haygatoencerrado1964.blogspot.com/2019/02/las-contradicciones-del-articulo.html (Página consultada el 9 de marzo de 2019)

[**] EAT. Disponible en: https://eatforum.org/about/who-we-are/ (Página consultada el 9 de marzo de 2019)

viernes, 1 de marzo de 2019

Enfoques formales de democracia deliberativa aplicados a la salud pública: alcances y limitaciones

Luis Fernando Gómez Gutiérrez
"Convocar a algunos ciudadanos con el propósito de deliberar acerca
de un problema de salud pública es un avance significativo, en comparación
con no hacerlo. En este caso, sus defensores aducen que empoderar a la ciudadanía
acerca del valor que tienen las deliberaciones en tópicos de salud
representa per se un avance considerable (Street et al., 2014). Considero, sin
embargo, que varios aspectos procedimentales de los enfoques formales van
en contravía de los principios propuestos por la democracia deliberativa." ...... (Páginas 84 a 87 del libro: Democracia deliberativa y salud pública. Editorial Javeriana, 2017. 
https://www.researchgate.net/publication/329286014_Democracia_deliberativa_y_salud_publica )
Nota: Bienvenidas las críticas y recomendaciones acerca de la interpretación que hago de este tema.