Ciudad segregada, ciudad enferma. Expansión
urbana depredadora en Manizales y sus efectos negativos en salud.
Luis Fernando Gómez
Gutiérrez.
Mi afecto hacia Manizales
es muy profundo. Allí nací y compartí entrañables momentos con familiares y
amigos. El talante de sus habitantes, los grandes contrastes de su topografía y
los paisajes que la rodean, la hacen una ciudad muy especial. Como asiduo
caminante, puedo afirmar que Manizales es una ciudad que permanentemente brinda
sorpresas a aquellos que disfrutamos los laberintos urbanos.
Desafortunadamente
Manizales (y aquí incluyo al municipio vecino de Villamaría), al igual que
muchas ciudades latinoamericanas, ha tenido en las últimas décadas un proceso
de urbanización que está fragmentando su tejido social, con serias
consecuencias para la salud y bienestar de sus habitantes. Está afirmación que
para algunos podrá parecer exagerada, e incluso irresponsable, está soportada
en varios hechos que han ocurrido en la configuración urbana de la ciudad desde
hace 15 años. Expondré en las siguientes líneas, la manera en que la expansión
urbana descontrolada de la ciudad en áreas suburbiales, puede estar
incrementando el riesgo de enfermedades cardiovasculares, enfermedades respiratorias
crónicas y diversos trastornos mentales. En este comentario, se entenderá el
término suburbio como una zona residencial ubicada en la periferia urbana,
independiente de la posición socio-económica de sus habitantes. Esta acepción
es diferente a aquella que circunscribe este término a los barrios pobres que
están ubicados en las afueras de las ciudades.
En los últimos años,
se ha presentado un crecimiento explosivo de los suburbios en Manizales, a
expensas, principalmente, de barrios de estratos medio y medio-alto. Los
sectores ubicados en la avenida Alberto Mendoza (via entre el Batallón y La
Enea) y en La Florida (municipio de Villamaria), ejemplifican está situación.
Allí se están construyendo varios conjuntos cerrados, entre los que se destaca
“Florida del Campo”, el cual cuenta con hermosos paisajes y comprende casas unifamiliares con extensas áreas
verdes y equipamientos de diferente tipo para sus residentes. Este escenario,
aparentemente paradisiaco, esconde una situación muy negativa que atenta contra
la salud y el bienestar de los manizaleños. La retícula espacial del conjunto
es muy similar a la de un suburbio americano: ausencia de andenes, pobre
conectividad entre los bloques de casas y presencia de callejones sin salida.
La entrada del conjunto está diseñada exclusivamente para el acceso a vehículos
automotores. Los espacios públicos alrededor de este y otros conjuntos
residenciales del sector son muy reducidos y se limitan, a lo que yo
denominaría, carreteras de acceso, con un estrechísimo andén a un lado de la
vía. En resumen, es un contexto urbano en donde el carro particular es el rey y
los peatones y ciclistas no existen. Estos
atributos urbanos se encuentran en todos los conjuntos de estos sectores, entre
los que se destacan San Marcel y Bosques del Trébol (Consultar los siguientes
vínculos: http://cfcconstrucciones.com.co/venta/casas-manizales-terranova/ http://constructoramanizales.com/conjunto-cerrado-san-marcel/conjunto-cerrado-san-marcel/).
Debido a que la
movilidad de los residentes de estos sectores depende completamente de los vehículos
particulares, no es de extrañar que se presenten congestiones viales, con el
consecuente incremento en el tiempo de los recorridos (Mejía B, 2014). Esta
situación se agravará a un más, cuando se consolide la ocupación de los
conjuntos residenciales.
Un caso diferente a lo
expuesto, pero igualmente negativo para la ciudad, es el que se presenta en la Ciudadela
del Norte, la cual ha sido habitada por personas de bajo estrato socioeconómico
que residían originalmente en la comuna de San José y que fueron reubicadas,
como parte de un proyecto de renovación urbana liderado por la alcaldía de
Manizales. En una investigación llevada a cabo por Noguera y Gómez, se encontró
que esta intervención urbana, ha afectado negativamente los vínculos que tenían
las personas con el contexto que habitaban y ha deteriorado significativamente
las actividades económicas que desarrollaban en el centro de la ciudad (Noguera,
Gómez, 2013). El deterioro social que ha vivido está comunidad en los últimos
años, evoca la situación que se presentó en el distrito urbano de Pruitt-Igoe
en Saint Louis, Missouri en los años 1960s y que tristemente se transformó en
un caso paradigmático de segregación urbana, crimen y pobreza.
Además de estar
ubicados en la periferia urbana, se identifica un aspecto básico que comparten
los barrios de Manizales que he incluido en este comentario: cada uno de ellos
es homogéneo con respecto a la posición socio-económica de sus residentes. Recabaré
un poco acerca de este tema en párrafos posteriores.
¿Qué consecuencias
tienen los procesos de urbanización antes expuestos en la salud y bienestar de
los manizaleños? En primer término, las personas que residen en un barrio como
Florida del Campo, realizan, muy probablemente, menos actividad física
relacionada con desplazamientos urbanos, con respecto a los que viven en el
casco urbano de Manizales. Numerosos estudios realizados en Norte América y
Australia, han encontrado una asociación negativa entre vivir en suburbios y
caminar o utilizar bicicleta como medio de transporte (McCormack et al, 2011).
Adicionalmente, las personas que se desplazan en vehículos automotores, tienen
un mayor riesgo de padecer obesidad, debido a que tienden a permanecer largos
periodos de tiempo sentados y caminan menos con respecto a los que utilizan
transporte público; situación, que a su vez, disminuye considerablemente el
gasto de energía derivado de la actividad física (Frank et al 2004). En un
estudio que publicamos en 2009, encontramos que los adultos colombianos que
poseen carro particular tienen, en promedio, una probabilidad 80% mayor de
padecer obesidad abdominal (Parra et al, 2009). La inactividad física y la
obesidad, a su vez, incrementan el riesgo de padecer enfermedades
cardiovasculares, diabetes mellitus y algunos tipos de cáncer como colón y seno
(Jeon et al, 2007).
Los efectos de este
patrón de urbanización también tienen efectos en la calidad del aire que
respiran los manizaleños. La proliferación de vehículos automotores va de la
mano con un incremento de material particulado (pequeñas partículas que llegan
a los bronquiolos y alveolos) y dióxido de nitrógeno, entre otros contaminantes,
los cuales están positivamente relacionados con una mayor frecuencia de
enfermedades respiratorias crónicas en niños y personas de tercera edad, así
como con muerte súbita por infartos del corazón y cáncer del pulmón (Mustafic
et al, 2012).
Finalmente, y quizá
una de las mayores consecuencias sociales del crecimiento de las áreas
suburbiales alrededor de Manizales, es el incremento de la segregación
socio-espacial. Si bien los asentamientos urbanos establecidos desde la
colonización antioqueña, presentan una clara jerarquización social en la
distribución espacial de las áreas residenciales, la apropiación social del
espacio público es, desde mi perspectiva, más democrática e incluyente en los
municipios pequeños de la región, con respecto a lo que se observa actualmente
en Manizales, Pereira o Armenia. Un ejemplo concreto de esta situación se
presenta en el casco urbano de Salamina (Caldas), en donde personas de
diferentes estratos sociales comparten sitios de esparcimiento como el parque
Bolívar, así como lugares de alta actividad comercial como la plaza de mercado*.
Esta interacción social entre personas de diferentes condiciones sociales se
está perdiendo en Manizales. No tengo cifras al respecto, pero es algo que
percibo con mayor fuerza cada vez que visito el centro de la ciudad. Las
personas de clase media están dejando de adquirir productos en la plaza de
mercado y frecuentan, cada vez menos, los establecimientos y las cafeterías
ubicadas alrededor de los parques Caldas y Bolívar.
Diversos estudios en
el área de la salud pública sugieren que las personas que viven en barrios en
donde se concentra la pobreza (es decir, pobres que solo viven con otros pobres)
tienen una mayor frecuencia de trastornos mentales, como depresión y trastornos
de ansiedad (Hong et al, 2014; Fone et al, 2007; Leventhal et al, 2003; Kubzansky;
Galea, 2007). Esta evidencia tiene diversas explicaciones. En primer término,
las personas que viven en barrios pobres, están expuestos, con mayor frecuencia,
a experiencias traumáticas relacionadas con violencia interpersonal y a menores
oportunidades de empleos dignos. Adicionalmente, vivir en áreas urbanas en las
que se concentra la pobreza, puede limitar el acceso a equipamientos
recreativos y a diversos recursos de soporte social (Galea, 2007). Por el
contrario, un buen número de estudios de sociología urbana llevados a cabo en
América Latina, han encontrado que la diversidad de clases sociales en un
espacio geográfico, revitaliza la economía y brinda la posibilidad de que
muchas personas salgan de la pobreza y se integren al tejido social (Sabatini,
2003). Adicionalmente, y este punto es especialmente relevante para mí como
caminante urbano, la mezcla de clases sociales enriquece culturalmente los
territorios urbanos, recuperando su autenticidad y valor simbólico.
Mis planteamientos
podrán parecer ingenuos para algunas personas. Se podría argumentar que estos
son los costos que debe pagar una sociedad en su camino al “progreso”. El
patrón del suburbio norteamericano con sus grandes autopistas, casas
unifamiliares y carros particulares, sigue siendo asumido, en muchas ciudades
latinoamericanas, como la única opción para lograr el supuesto desarrollo
urbano. Sin embargo, ya hay cifras que indican que las sociedades estadunidense
y canadiense están abandonando, poco a poco, los suburbios para retornar a las
ciudades (Florida R et al, 2012; Jaffe E et al, 2013; Karlenzig W et al, 2012).
Los norteamericanos se han dado cuenta que el suburbio está atentando contra su
salud y calidad de vida y es, además, ambientalmente insostenible. Una luz de
esperanza surge en los numerosos movimientos de la sociedad que se han
conformado en Colombia y América Latina, alrededor de procesos de urbanización
sostenibles y que involucran la participación activa de los ciudadanos. No es
volver al pasado, se trata de reinventar la ciudad en la que acordemos vivir,
no la que establece la industria inmobiliaria.
*Resulta ilustrativo
leer la novela La Oculta de Héctor Abad Faciolince, la cual describe el proceso
de fundación del municipio antioqueño de Jericó (Abad-Faciolince, 2014).
Referencias
Fone D, Dunstan F, Williams G, Lloyd K,
Palmer S. Places, people and mental health: A multilevel analysis of economic
inactivity. Social Science & Medicine.
2007; 64: 633-645.
Frank,
L.D., Andresen, M.A., Schmid, T.L. Obesity relationships with community design,
physical activity, and time spent in cars. Am.
J. Prev. Med. 2004;27: 87–96.
Galea S, Ahren J, Nandi A, Tracy M,
Beard J, Vlahov D. Urban Neighborhood Poverty and the Incidence of Depression
in a Population-Based Cohort Study. Ann
Epidemiol. 2007; 17: 171–179.
Hong S, Zhang W, Walto E. Neighborhoods and
mental health: Exploring ethnic density, poverty, and social cohesion among
Asian Americans and Latinos. Social
Science & Medicine. 2014; 111: 117-124.
Jeon,
C. Y., Lokken, R. P., Hu, F. B., & van Dam, R. M. Physical activity of moderate
intensity and risk of type 2 diabetes: a systematic review. Diabetes Care. 2007; 30: 744-752.
Kubzansky LD,
Subramanian SV, Kawachi I, Fay ME, Soobader M, Berkman LF. Neighborhood
Contextual Influences on Depressive Symptoms in the Elderly. Am J Epidemiol 2005;162:253–260.
Leventhal T,
Brooks-Gunn J. Moving to opportunity: An experimental study of neighborhood
effects on mental health. Am J Public
Health. 2003;93:1576–1582.
McCormack, G. R., & Shiell, A.
In search of causality: a systematic review of the relationship between the
built environment and physical activity among adults. Int J Behav Nutr Phys Act. 2011; 8, 125.
Mustafic H, Jabre P, Caussin C, Murad M. Main
Air Pollutants and Myocardial Infarction. A Systematic Review and Meta-analysis.
JAMA. 2012;307(7):713-721.
Noguera de Echeverry AP, Gómez Sánchez DM. Desarrollo homogéneo y segregación - Dinámicas
del poder en el contexto urbano: caso macroproyecto San José de Manizales. Gestión y Ambiente. 2013; 16 (3):53-72.
Parra D,
Lobelo F, Gomez LF, Rutt C, Schmid T, Brownson RC, Pratt M. Household Motor
vehicle use and weight status among Colombian Adults: Are we driving our way
towards obesity? Preventive Medicine. 2009;49:179-183.
Sabatini, F. La segregación social del espacio en las ciudades de
América Latina. Banco Interamericano de Desarrollo.
2003.